Search Engine Submission - AddMe Viajera atemporal: Un autobús egipcio. In sha allah

jueves, 24 de junio de 2010

Un autobús egipcio. In sha allah

El Cairo, un día cualquiera


En el Cairo, la ciudad más superpoblada y ruidosa del continente africano, rigen unos códigos de circulación diferentes de los de cualquier otro lugar del mundo. Y por tanto, el sistema de conducción y el propio código de la circulación están adaptados al medio donde se desarrolla. No existen los semáforos ni nada que se les parezca, de hecho, no hay apenas iluminación en las carreteras; los pasos de cebra brillan por su ausencia y, en el caso de que llegasen a existir algún día, no serían de mucha ayuda, ya que los conductores no están dispuestos a ceder a los viandantes su derecho a pasar y, además, no saben usar los frenos. Los peatones caminan por la calzada, ya que las aceras, llenas de agujeros insondables y de excrementos (animales o no) no están hechas para el tránsito humano, y caminan junto a todo tipo de vehículos: un ejército de taxis se disputan el espacio disponible frente a otras tantas Vespas desvencijadas, bicicletas que transportan cargas inverosímiles, carretas, burros y demás animales de tracción a las cuatro patas, buses, minibuses, etc. pero, desafiando lo racional, el medio de transporte más efectivo en medio de este caos es el autobús.

Un autobús egipcio es un engendro:
Es un híbrido entre un vehículo de transporte y un club social. De aspecto cochambroso como norma general, suele transportar en su interior, exterior y laterales, a la tropa egipcia que se dirige a su punto de ocio habitual, además de las cargas más surrealistas, pesadas o extrañas; desde fardos de forraje para el ganado y gallinas, hasta músicos con todo su armamento de trompetas.

Subir en un autobús egipcio es un arte difícil de aprender.
Primer problema: las paradas no están señalizadas... ¿para qué molestarse en poner carteles si todos los paisanos saben cuáles son las calles por las que pasa el autobús que quieren usar? Simplemente hay que preguntar al egipcio de turno y amablemente se ofrecerá a señalarnos el lugar donde debemos posicionarnos.
Segundo problema: suelen estar atestados de gente y de las cargas anteriormente mencionadas, que sobresalen incluso por las ventanas. Y la gente cuelga, haciendo funambulismo, de las puertas siempre abiertas.
Tercer problema: como no existen las susodichas paradas no se podrá saber nunca donde bajar. El uso común egipcio dicta que simplemente hay que ponerse cerca de la puerta y saltar (sí, saltar) a la calle y evitar ser atropellado por los otros vehículos que puedan estar pasando en ese momento.
Cuarto problema: los asientos y demás mobiliario del que se compone el autobús estarán siempre en un estado de conservación deplorable o serán demasiado antiguos, así que si el viaje es largo se tendrá dolor en ciertas partes de la fisonomía gracias a que los asientos son de madera y al estar forrados de skay harán sudar hasta dejar la ropa pegada al cuerpo.

Quinto problema: debido a las carencias en el citado equipamiento del autobús, se prescinde del aire acondicionado, es decir, existe, pero no como tal: las ventanas y las puertas permanecen abiertas todo el trayecto, dejando entrar todo tipo de inmundicias, olores y ruidos en el atestado autobús. Y si sopla el viento desde las pirámides, incluso entrará la arena del desierto, dejando el suelo del bus completamente alfombrado de dorada arena faraónica.

Sobre la conducción:
- No usar nunca los frenos, es preferible esquivar a los demás vehículos y, la gente... que se aparte.
- Cada movimiento realizado dentro del vehículo irá acompañado por un toque de claxon, ya sea cada gesto al hablar, un movimiento del volante o un simple pestañeo del conductor. Hay que tocar el claxon SIEMPRE y para TODO.
Sobre la seguridad:
- Los cinturones de seguridad no es que escaseen, son rara avis en la fauna cairota. Simplemente se extirpan de los vehículos.
- Sacar siempre los brazos por las ventanillas para hacer gestos a la gente, saludar a los amigos, etc.
- Se debe poner la música lo más alta posible, por lo menos hasta que el volumen se distorsione y no se entienda nada de lo que canta la diva egipcia, Umm Kalsoum.
- Consecuencia de lo anterior: hay que hablar lo más alto posible hasta quedar afónicos si se quiere mantener una conversación dentro del vehículo.

Pero la norma más básica de conducción, e incluso de supervivencia en éste o en cualquier país árabe será siempre la frase: In sha Allah. El “Inshalá” es nuestro “si Dios quiere”, aunque cabe decir que mejor sería traducible por “Dios mediante”. Es un mantra que debemos aprender ya que nos protegerá, y es útil porque se usa para todo.


No es hora punta


Ejemplo práctico:
Tú: Lléveme a la plaza Tahrir Inshallah
Conductor: Inshallah
Tú: ¿Está muy lejos de aquí?
Conductor: Inshallah no mucho

Algo así como: llegaremos (Dios mediante) si el autobús no se desarma por el camino, ni sufrimos un accidente antes, ni atropellamos a demasiada gente, animales y vendedores de pan en bicicleta...

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