Cuando se viaja por libre se sabe como empieza el día, pero nunca como va a acabar.
No se sabe si se llegará a tiempo a algún lugar, si se descubrirá algo nuevo, o si perderemos el camino.
No se sabe nunca con quien nos encontraremos, si agradable o detestable, si sincero o embustero, si nos va a ayudar o a meter en un lío. ¿Nos habrá indicado la dirección correcta?
No se sabe si llevamos el rumbo adecuado o si vamos camino de un páramo extraviado.
Nunca sabremos si la providencia nos sonreirá o nos dará la espalda. ¿Seremos bienvenidos? ¿Nos darán protección?
Mejor no hacer planes.
De todos modos, ¡quién quiere hacer planes pudiendo improvisar!
No hay comentarios:
Publicar un comentario