Search Engine Submission - AddMe Viajera atemporal: Yazd II

viernes, 3 de septiembre de 2010

Yazd II


Jaranaq, o lo que queda de él

Desde el Silk Road Hotel contratamos un guía para hacer la excursión a Jaranaq, Chak chak y Maybond. Salimos a las 8h desde nuestro hotel, el Yazd Traditional.

Llegamos a Jaranaq en 1h 20 min.

Jaranaq es un pueblo de adobe derruido. El gobierno ha dado ayuda a la gente que vivía en las antiguas viviendas y les ha dado otras recién construidas junto a las ruinas de lo que queda del pueblo.


Visitamos el minarete basculante. Subimos por un estrecho pasillo, en la oscuridad, pisandonos las manos unos a otros (en este momento somos 8, después de habernos unido a otro grupo que salió también del Silk Road) y al llegar al final de la escalera hay que salir al exterior y hacer temblar el minarete para sentir como se mueve por un curioso sistema antiterremotos hecho con vigas de madera que se cruzan en la torre de adobe.



Minarete basculante de Jaranaq

Camino de Chak chak, el paisaje es muy montañoso y desértico. Chak Chak está anclado en la montaña, y las construcciones no tienen nada de antiguas, es más, semejan bloques de apartamentos completamente nuevos. Nos defrauda un poco su arquitectura.


De camino a Chak Chak

En este pueblo está el templo de zoroastra que le da nombre. El guía nos cuenta su leyenda:

Había en tiempos de la invasión árabe, una princesa que viendo su fin próximo a manos del invasor, huyó con su guarda personal a la montaña. La princesa llegó a lo alto de la montaña y, al no poder subir más, se puso a llorar y pidió ayuda a Aura Mazda (el dios de los zoroastas) para no caer en manos del enemigo. Al llegar los invasores al lugar sólo pudieron encontrar su pañuelo en el suelo. Más tarde se fundó el templo, y en su interior, una grieta que no deja de manar agua, gota a gota: Chak chak... como las lágrimas de la princesa.

En Maybond visitamos la ciudadela, la casa del hielo, el museo de correos y el de las palomas.

Al volver a Yazd vemos a lo lejos las torres del silencio, construcciones circulares de ladrillo donde se dejaba a los muertos para que fueran devorados por los buitres al creer que si se dejaba el cadaver reposar en la tierra, la contaminaría.

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